A principios de febrero, escribí una carta a la diócesis en referencia al auge de la legislación extrema a favor del aborto que se está considerando en varios estados. La carta, que atrajo la atención local y nacional en la prensa, no pretendía ser una carta política. Era simplemente una carta catequética para recordar a los fieles, incluidos los políticos, que nuestra fe católica no es solo un asunto privado.
Al inicio de la a Cuaresma, usamos cenizas como recordatorio para alejarnos del pecado y arrepentirnos. Durante la Cuaresma, la mayoría de nosotros renunciamos a algo de placer o empezamos una nueva práctica de oración para crecer en nuestra fe. A menudo se nos pregunta, “¿qué estás haciendo para la Cuaresma?” Detrás de estas prácticas hay una realidad muy poco reconocida de nuestra fe: estamos juntos en esta fe; nadie viaja solo a Dios.
Nuestra fe católica es una realidad pública. Vivimos nuestra fe juntos, y con eso nuestra fe requiere acción pública. Sí, debemos orar por nuestra cuenta, pero nuestra vida de oración no debe seguir siendo una experiencia solitaria. Por eso la misa es tan importante como una oración comunitaria. Cuando vamos a misa, nos liberamos de la ilusión de que somos el centro de nuestro propio universo. Tenemos el desafío de ser humildes y de darnos cuenta de que somos parte de algo más grande. Esa es la belleza de nuestra Iglesia Católica. Somos parte de algo muy grande, fundado por el mismo Jesucristo. Cuando celebramos la Eucaristía juntos y a afirmamos que somos el Cuerpo de Cristo, a afirmamos la verdad de que nadie viaja solo.
A veces podemos sentirnos desanimados cuando vemos el mal que hay en el mundo, incluso dentro de nuestra Iglesia. Pero no debemos olvidar las palabras de Jesús antes de ascender al cielo, “sepan que estoy con ustedes hasta el fin de los tiempos”.
Cristo estará con nosotros hasta el n de los tiempos. Debemos esforzarnos por estar con Él, ya sea en casa, en nuestras parroquias o en el Capitolio. Nuestra fe y nuestra relación con Jesús es intensamente personal, pero no es privada. Debemos permitirle que cambie nuestro comportamiento, profundice nuestras amistades y transforme nuestras vidas.
Pido a Dios que esta Cuaresma sea un tiempo de crecimiento, paz y fe para cada uno de ustedes.