El 11 de febrero de 1858, una adolescente llamada Bernadette Soubirous fue testigo de una aparición de lo que ella describió como “una dama” en una gruta en Lourdes, Francia. Estas apariciones continuaron durante casi seis meses, durante los cuales la Santísima Madre habló de la necesidad de la oración y la penitencia. Durante los últimos 161 años, millones de peregrinos han viajado a Lourdes para orar y buscar sanidad en las aguas milagrosas que fluyen de la gruta.
Hace algunos años, yo mismo comencé a cultivar una devoción personal hacia la Santísima Madre bajo el título “Nuestra Señora de Lourdes”. Esto se desarrolló a través de peregrinaciones que hice a Lourdes con algunos eles laicos y con seminaristas. Mis visitas a la gruta en Lourdes han fortalecido mi vocación como sacerdote y como obispo. He venido a con ar mucho en las oraciones y la guía de María.
Creo que somos bendecidos como Iglesia en el este de Washington por tener a Nuestra Señora de Lourdes como nuestra patrona. También me complace que nuestra Catedral alberga una Novena anual de Lourdes para la sanación que comienza el 3 de febrero
y concluye el 11 de febrero: la festividad de Nuestra Señora de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo. Mi esperanza es que muchos de ustedes puedan participar en la novena este año asistiendo a los servicios o rezando la oración de la novena en casa.
Con emos nuestras necesidades e intenciones para la sanación a la poderosa intercesión de Nuestra Señora de Lourdes.